Orlando Muñiz Bonet – Ex legislador Municipal del PIP
Estando en espera en una oficina de un médico, escuche y participe de una conversación sobre cómo pinta la cosa y la forma de vida que llevamos en Puerto Rico, entendiéndose que parece ser que estamos aceptando que la impunidad se está convirtiendo en la brújula de nuestro destino. Una simple mirada a los acontecimientos que en los últimos años han marcado los noticiarios del país demuestra que hacer algo malo o cometer un crimen en muchas ocasiones no tiene consecuencias graves.
No se necesita ser experto en asuntos de corrupción, tampoco un servidor público en el área de la justicia o seguridad para anotar los casos que marcan un patrón de impunidad rampante. Primero hagamos la definición de impunidad: “circunstancia de no recibir castigo por un delito o no acusar a un delincuente o a un corrupto”.
Puerto Rico ha tenido demasiados casos de impunidad donde los acusados salen por la puerta ancha, en algunos casos ni se radican acusaciones y en otros tan siquiera se rinden los informes de querella o los resultados de las investigaciones para de esa forma permitir que los culpables se salgan con las suyas.
La lista de incidentes donde no se acusó a nadie nos transporta a la pérdida de 20,833 paletas con cajas de agua almacenadas a la intemperie en una pista de la antigua Base Naval Roosevelt Roads de Ceiba estaban valoradas en $22 millones de dólares aproximadamente y no se acusó a nadie.
A un año tras el devastador huracán María por Puerto Rico, la Agencia Federal para el Manejo de Emergencia (FEMA, en inglés) reconoció que perdieron 12 vagones con importantes y necesarios suministros para los damnificados. Los contenedores extraviados fueron alquilados a la empresa Crowley.
El zoológico de Mayagüez fue cerrado al público, recibió poco o ningún mantenimiento, sin embargo, nadie puede explicar dónde están los millones de dólares que otorgaron las compañías de seguro en compensación por los daños del huracán María, que muy bien hubieran hecho la diferencia entre mantenerlo cerrado o abrirlo al público.
El alcalde de Mayagüez se confabula con un empresario para entregarle millones de dólares supuestamente para traer turistas de Europa a la Sultana del Oeste. Nunca vimos llegar los aviones repletos de ciudadanos europeos, pero tampoco se devolvió el dinero invertido. Queda también entredicho los $10 millones que el Municipio de Mayagüez invirtió buscando ganancias que nunca aparecieron.
Nunca se me olvida el diseño y construcción de un camino en el Municipio de Maricao, donde la contralora Ileana Colón Carlo (QEPD), descubrió la inversión y el desembolso del dinero, pero el camino nunca apareció.
Aquí hubo un flamante Secretario de Estado que se tiró la maroma de tramitar la recolección de víveres para ayudar al pueblo hermano de Venezuela donde supuestamente alquilaron una barcaza para llevar al vecino país. Se dio todo un espectáculo noticioso al evento, pero para sorpresa del pueblo de Puerto Rico todavía la barcaza está dando vueltas sin haber podido atracar en el Puerto de Venezuela, a pesar de que hubo inversión de los contribuyentes de este país.
Y que me dicen del alcalde de Lajas Walter Vélez Ramírez, que, aunque fue destituido dos veces, nunca tuvo que devolver un solo centavo por las fechorías corruptas en las cuales se vio envuelto.
Un no sale de asombro cuando piensa que un empleado de La Fortaleza decide hacerle un regalo al gobernador Ricky Rosselló y le manda a comprar una guagua “blindada” a un costo de más de medio millón de dólares, vehículo que nunca llegó, pero sí se pagó y para colmo, pasó a manos de un narcotraficante de América del Sur. Ese mismo ayudante doctorcito, días antes había intentado regalar el elefante Mundi de Mayagüez a una señora de Atlanta, Georgia bajo el pretexto que pasaría a un santuario que se descubrió que no existía.
Ante el dolor por la devastación del huracán María, los artistas de ascendencia boricua Jennifer López y Marc Anthony convocaron a un Maratón en Nueva York logrando recolectar más de $40 millones para ayudar a los damnificados en Puerto Rico. Se nombró a la flamante esposa del gobernador Beatriz Rosselló como albacea de ese “montón” de chavos los cuales eran para los miles de dueños de hogares que aun todavía tienen toldos azules. El dinero se repartió a las organizaciones amigos del alma donde guisó Ricky Martin y hasta Ada Monzón, para colmo en ese proceso participó el mismo ayudante doctorcito de La Fortaleza.
Un individuo de Aguadilla conocido como Anaudi Hernández se hizo pasar como experto en cuadros telefónicos logrando un contrato millonario en El Capitolio de Puerto Rico para luego conocerse que la instalación de los artefactos no funcionaba y que se había logrado el contrato mediante donaciones a políticos, el que lo ayudo, Jaime Perelló Borrás que anda de luna de miel.
Hoy día nos toca vivir la pesadilla del famoso puente atirantado de Naranjito que desde su inauguración se dijo que estaba mal construido, que padecía de vicios de construcción, pero se hicieron de la vista larga. Parece que el asunto estaría resuelto en forma expedita con la valiosa certificación que cuenta el contratista que le otorgó la Autoridad de Carreteras, la cual podría exonerarse de cualquier demanda o incumpliendo de la obra icono de Naranjito y Bayamón.
Más allá de esa conclusión errónea, deberíamos reflexionar y unirnos todos para denunciar cualquier acto de corrupción o incidente anormal en el manejo de la cosa pública. En estos días unos ciudadanos de Villa Blanca en Caguas llevaron a cabo el “arresto civil” cuando un maleante le arrebató una cartera a una dama. Actitud como esa hay que aplaudirlas, porque al igual que la corrupción, no debería nadie hacerse de la vista larga para que jamás se permita la impunidad de los corruptos o criminales de este país.
