Thursday, March 28, 2024
spot_img
HomePuntos de VistaEl Positivismo "Mágico", un escollo para la aceptación de nuestra realidad y...

El Positivismo “Mágico”, un escollo para la aceptación de nuestra realidad y de nuestra responsabilidad

Luis Ibrahyn Casiano – Trabajador Social Clínico

No es lo mismo ser positivos(as) que tener la capacidad para desarrollar la resiliencia. La resiliencia nos ayuda a adaptarnos desde la realidad, para desde allí transformarnos y junto con eso, a nuestro entorno; y el positivismo nace del deseo sobre lo que quisiéramos que fuera, pero no es. El positivismo “mágico” simplemente es una formula esperanzadora nutrida de muy poca o ninguna acción. Aun la filosofía positivista, la real, se basa en el método científico, muy contrario al cliché positivista culturalmente propagado como alternativa a la frustración y al dolor humano. Se hace imprescindible que el ser humano tenga una mente abierta al cambio y al entendimiento concienzudo de su pasado y presente, y de lo que desea para su futuro. Aunque en gran medida dependerá de nuestra actitud hacia la vida, más que eso, dependerá de las técnicas a emplear para superar las crisis. No debemos purgar las emociones con un “significado purificador”, pues son carentes de ello, pero nunca carentes de un origen. Entender ese origen, reconocerlo y aceptarlo es la fórmula para abordarlo desde las emociones en un perfecto balance con el raciocinio.

A lo largo de nuestras vidas experimentaremos momentos muy difíciles, y a veces la carga se hace más dura porque apostamos a una metodología “mágica” para suavizar el suceso o los sucesos con estímulos basados en expectativas y no en el análisis. Ciertamente, la esperanza ha nutrido los momentos más desoladores en la historia de la humanidad, pero han sido siempre las acciones concretas las que nos han llevado a sobreponernos a esos momentos. El otro día, hablaba con una persona muy significativa sobre el porciento del que nosotros(as) tenemos control, y es que lo político, lo socialmente esperado, lo cultural y lo religioso en muchas instancias copan el porciento mayor de nuestra autonomía como individuo, y muchas veces ese porcentaje que queda sobre el poder decisional lo delegamos a la esperanza sin acción.

Slaikeu (1996) describe la crisis como “un estado temporal de trastorno y desorganización, caracterizado principalmente por la incapacidad del individuo para abordar situaciones particulares utilizando métodos acostumbrados para la solución de problemas, y por el potencial para obtener un resultado radicalmente positivo o negativo”. Estas crisis se pueden distinguir en dos tipos: las Circunstanciales y las De Desarrollo. La primera refiere a las que se relacionan con algún factor ambiental, como una tormenta, un accidente o la muerte de alguien querido. El De Desarrollo se refiere a las tareas que se deben cumplir en las transiciones de las etapas de la vida, implicadas en el proceso de desarrollo de la persona. Tomando esto como punto de partida, nos debería llevar a comenzar un análisis más profundo de nuestras realidades y del origen del sufrimiento que padecemos, para dar paso a enfocarnos con acciones concretas en la resolución de ese conflicto real, ya sea, de desarrollo físico, emocional, mental, conductual o cognitivo; tomando en cuenta que esto se dará siempre desde la aceptación de la situación y de nuestras fortalezas para abordarlo.

Si las crisis no se afrontan correctamente y en un tiempo oportuno, nos exponemos a experimentar secuelas cíclicas en las manifestaciones emocionales/conductuales, como en la construcción insalubre de relaciones. Es importante la intervención temprana ante las crisis. Para esto, se han desarrollado técnicas; sin embargo, es importante que la persona en cuestión no desplace el suceso y emociones a la búsqueda esperanzadora sin acciones. Como tampoco al positivismo culturalmente propagado muchas veces del ego, y no desde la razón y del entendimiento de los factores que propician o propiciaron una crisis. No, no todo estará bien por si solo, no porque el tiempo pase; sino, por ser consecuentes y realistas ente el dolor. Ser resilientes conlleva tomar control y desarrollar un plan de acción individual; pero también desde el acompañamiento terapéutico.

Leer más Noticias
Edición Impresa
IN-UP

LEAVE A REPLY

Please enter your comment!
Please enter your name here

- Advertisment -spot_img

Las más leídas

Comentarios recientes