Friday, April 19, 2024
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El otro suicidio, “El de vivir muriendo”

Luis Ibrahyn Casiano – Trabajador Social Clínico

En tiempo reciente hemos vuelto a ver con más regularidad noticias que nos consternan acerca de acciones que entendemos contrarias a la norma social, y hablo de la decisión tomada en cuanto a la finalización de la propia vida, siendo el suicidio una de las cusas principales de muertes violentas en Puerto Rico. Como sabemos, hay distinción entre el pensamiento, la ideación y la conducta suicida. Este tema, sin duda, es uno que al discutirlo causa incomodidad personal y social, pero muy poco se habla del otro suicidio, ese que no se consuma de forma literal pero que es latente desde la decisión inconsciente.

Hemos escuchado la frase ¨muriendo en vida¨, y a mi juicio, es necesario que observemos profesionalmente la latencia y la magnitud de esto desde una realidad social. Los seres humanos estamos sumidos en procesos muy complejos que muy poco entendemos, porque durante nuestro tránsito por la vida no nos ilustran sobre los estadios del desarrollo, los cuales traen consigo un sin número de interrogantes, y que podrán suponer un sin número de insatisfacciones a raíz de la propia incomprensión, de la incomprensión del mundo y de las cosas. El no entendimiento, la inaccesibilidad, la falta de empatía y de apoyo real, como la de ayuda psicológica; crean una inconformidad que muchas veces arrastra a la persona a sentirse muerto(a) mientras respira y transita por cada estadio del desarrollo. Vivir, es mucho más que simplemente respirar y estar físicamente, o en completo funcionamiento biológico. Es una sensación que se traduce a una emoción, y una decisión que no solo está en manos de la persona en cuestión; sino que, incluye múltiples factores que abonan e inciden.

La individualidad, aunque es una realidad y es necesaria para encontrar nuestra persona en el entorno colectivo, se ha plagado de la individualidad del poder y para sobrevivencia del Yo, esto limita esa visión de la responsabilidad personal, colectiva, profesional y de las estructuras para el abordaje de un sentido de vida mucho más profundo. Es inquietante el porciento de personas que tienen pensamientos de muerte, ideaciones suicidas, que llevan acciones concretas sin lograr el objetivo y de personas que lo lastimosamente lo consiguen; pero es preocupante o debe serlo, la gran cantidad de personas que viviendo e interactuando en el día a día se han programado a vivir muriendo. La falta de esperanza, de garantías a sus derechos, de respeto a la diversidad, de aceptación, de oportunidades, el menosprecio a las ideas y a lo que son; fomentan un sentimiento de entrega que drena mucho más que al cuerpo. ¿Qué es el cuerpo vivo cuando un ser se siente que fallece todos los días desde sus adentros?

Este es un tema muy extenso, y que en una columna se hace difícil abordar, pero necesario observarlo para su desarrollarlo en foros y discusiones procesionales. Cada persona que decide terminar con su vida de forma tácita por su interpretación del presente de cara a un futuro incierto, por la incertidumbre y la desesperanza, no lo hace solo. El Estado, las familias, las parejas, las amistades y los profesionales de ayuda desempeñan un rol importante en ese pensar, sentir y acción. No expreso esto para desarrollar un sentimiento de culpa en personas o en familias cercanas a individuos que forman parte de las estadísticas del suicidio, pues sabemos también que condiciones congénitas existentes o desarrolladas por eventos traumáticos podrían predisponer o exacerbar pensamientos y conductas en la persona; pero sin dudas, todos(as) desde todos los espacios tenemos que procurar no haber puesto la mirada al otro lado cuando hay personas que necesitan ser notados y valorados por como son, con sus complejidades, desde la aceptación y la lealtad. Observemos este asunto desde la individualidad, pero también desde la reformulación de lo social, de lo profesional y lo político; pues las condiciones de vida pueden convertirse en una horca, en un precipicio, donde una persona puede morir todos los días. Vivamos viviendo.

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