Dareliz Giselle Nieves Molina – Profesora en Marketing Digital
El emprendimiento, usualmente se asocia con el proceso de desarrollar empresas. Sin embargo, su definición va más allá. Este es el resultado de una actividad que exige esfuerzo y trabajo, y tiene cierta importancia y envergadura. Incluye ideas, visiones, acciones y estrategias propias de cualquier actividad.
Ahora bien, ¿Qué hacemos cuándo necesitamos hacer ajustes en la manera en que realizamos ciertas tareas? En este punto debemos tener y/o desarrollar cierta actitud ante esta situación que nos permita identificar necesidades para poder generar soluciones que mejoren dicha eventualidad. El emprendimiento surge precisamente de esta serie de actividades y puede ser desarrollado a través de cualquier individuo: en la comunidad, en el trabajo, en la escuela o cualquier otro ambiente.
En Puerto Rico, por ejemplo, los datos provistos por el GEM (General Entrepreneurship Monitor) reportan que en Puerto Rico, el índice para el emprendimiento reporta una puntuación de 3.18 en una escala de 10, colocando al archipiélago puertorriqueño en el lugar 53 de 54 economías (países) evaluados. Desde el punto de vista de la actividad emprendedora, se reporta una cifra del 13.4% de la población adulta que está en proceso de emprender.
Siguiendo estas cifras, Puerto Rico refleja una oportunidad enorme para la educación en emprendimiento y desarrollo de nuevas oportunidades. En cada área y cada industria se encuentra la posibilidad de desarrollar algún tipo de emprendimiento que ayude al entorno socioeconómico. Según expertos, los emprendedores, al desarrollar nuevos modelos para satisfacer las necesidades de la población, permiten incrementos de productividad y generan la mayor parte del empleo. Entonces, se genera más y mejor empleo que contribuye a la economía de los países.
Incentivar la cultura del emprendimiento, en un país con situaciones tan complicadas, no es tarea fácil. Incluso, a lo largo del tiempo, la educación en emprendimiento, y en otras áreas, se ha basado en repetición/memorización dejando poco o ningún espacio para el desarrollo del análisis crítico y resolución de problemas sociales. Necesitamos entregar herramientas para que, tanto estudiantes como miembros de la población en general, desarrollen sus talentos. La inteligencia emocional, las habilidades sociales, la perseverancia, el liderazgo, la creatividad, la flexibilidad y adaptación al cambio, el trabajo en equipo, la empatía, la proactividad, la autosuficiencia, entre otras, son características que se debe emplear en cualquier momento sin importar el ámbito.
La creación y desarrollo de programas educativos y prácticos que vayan de la mano con el aprendiz en cada uno de los procesos, es crucial. No es meramente una cuestión de brindar un material y que escuchen por horas, más bien elaborar el emprendimiento con ellos y que puedan utilizarlo tanto en su vida personal como laboral. En un ambiente que se propicie el emprendimiento y la solución de problemas, será uno próspero y de desarrollo comunitario, social y económico.
