Thursday, March 28, 2024
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Del campo a la mesa: empresas agrícolas del oeste ofrecen reparto a domicilio

No hay excusa: si no encuentras productos del país en las cadenas de alimentación y no tienes tiempo para ir a la plaza del mercado, las frutas y viandas del patio llegan a tu casa.

Con esta mentalidad empresas gestionadas por pequeños agricultores locales le apuestan a la venta directa y a domicilio para que el consumidor pueda disfrutar alimentos frescos, y así aportar a la economía del país y reducir la importación del sector agropecuario.

El modelo de ‘delivery’ de Finca Bohití y Finca Ilán Ilán
En el oeste, empresas como Finca Ilán Ilán, en San Germán, o Finca Agroecològica Bohitì, en Las Marías, hacen semanalmente entrega, demostrando que el agro boricua puede proveer alimentos de mayor calidad y sabor.

La Finca Agroecológica Bohití opera desde en Las Marías, pero su distribución de alimentos agroecológicos llega hasta Mayagüez, Aguadilla, Isabela, Arecibo y Manatí, entre otros.

Sofía Miranda y Jordan Martínez son sus fundadores. En 2012 compraron un terreno en la Asociación Agrícola Nueva Era, donde habían realizado trabajo voluntario y aprendido sobre agricultura ecológica.

En ese momento, Jordan Martínez estaba estudiando en la UPR de Utuado. Como requisito para su clase de Cultivos Tropicales tuvo que diseñar una finca. Ese proyecto se convirtió en realidad, y empezaron a operar su pequeño edén, donde cultivan café, cacao, guineos, plátanos y viandas (malanga, yautía, yuca).

Antes de la pandemia sus cosechas las vendían en el mercado agroecológico de Rincón. Pero en la cuarentena tuvieron que reinventarse para llegar a sus clientes. Ahí nació su servicio de ‘delivery’.

“El reparto fue por necesidad”, dijo Sofía. “En ambos casos, en el mercado y el reparto directo ganamos más. Si buscas un intermediario pierdes parte de la ganancia”, completó Jordan.

Ambos jóvenes indicaron que “la venta directa al consumidor hace más económico el producto, pero como quiera no podemos competir con el precio que viene de Estados Unidos”.

Aunque este formato es más rentable para sus bolsillos, reconocen que el desgaste es mayor. “Tenemos que dedicar más tiempo para ir a Mayagüez y otros pueblos, entregando las canastas”, expresaron.

Para aligerar el esfuerzo se unieron a Finca Plenitud, una iniciativa en la que comparten junto a otros 4 proyectos la distribución en todo el oeste y el norte. Las rutas y días de entrega son anunciadas por redes sociales, donde los clientes también pueden hacer sus pedidos.

Finca Bohití está sembrando la conciencia de una nueva forma de consumo agrícola. Pero estos jóvenes jíbaros del siglo XXI reconocen que “necesitamos educar y educar”.

“La gente tiene que meter las manos, ensuciarse, que haya conexión con la tierra. No la hemos tenido, estamos desconectados, conocemos lo que nos venden en el supermercado. Siempre hemos visto huevos en cajita, blancos y con un sello”, opinó Jordan.

Para potenciar esa conexión con el agro tienen un proyecto agroturístico. En su finca ofrecen recorridos para ver “cómo se elabora el café, el chocolate y ver la siembra. El recorrido termina con una comida hecha con productos de la finca”.

Sofía Martínez finalizó animando a que “la gente apoye lo local, no solo a nosotros, sino a proyectos como Finca Plenitud o Apoyo Mutuo Campesino”.

Finca Bohití, Las Marías

Finca Ilán Ilán
Finca Ilán Ilán es otro proyecto que apuesta a este modelo. Desde el barrio Rosario Alto, en la colindancia de San Germán y Maricao, Jorge Rivera y su esposa, Wanda Rodríguez, siembran y distribuyen desde hace 4 años.

Su ruta de reparto es más reducida: solo entregan en San Germán, pero están todos los sábados en el mercado agroecológico de Aguadilla, en la carretera 110.

Para Rivera, el fin de ofrecer el servicio de venta directa es “eliminar intermediarios, no es costo efectivo para los pequeños agricultores tener un intermediario que luego lo vende a 3 o 4 veces el precio”.

Por eso, el trato con el consumidor final, sean individuos o restaurantes, resulta más justo para este biólogo convertido en agricultor.

“Es una historia de terror. Yo sé de un intermediario que compraba gandules a peso la libra y la vendía a 6 dólares”, relató.

Al igual que Bohití, el no tener acuerdos con superficies comerciales no es un problema para que su negocio sea sostenible.

“Usamos internet para mercadear. Acordamos el punto de encuentro y la fecha. En el mercado de Aguadilla ponemos el excedente. Es más cómodo, allí el cliente puede encontrar a otros agricultores”, dijo Rivera.

Por último, el agroempresario reconoció que el reto no es solo cultivar y distribuir, sino cambiar el hábito de consumo para introducir el producto local de temporada.

“Es una lucha. Por ejemplo, los tomates no se dan todo el año. En el supermercado siempre hay, pero aquí no. El cliente busca cosas que no se producen aquí: manzanas, peras, etc. Queremos introducir productos tropicales como el ají caballero o los lerenes, muy nutritivos y de fácil acceso, que no tienen que viajar desde lejos”, apuntó.

Jorge Rivera y su esposa, Wanda Rodríguez, de Finca Ilán Ilán
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